domingo, 23 de abril de 2017

Espiritualidad Ascendente vs. Espiritualidad Descendente


"Si prestamos atención a los diferentes intentos realizados por el ser humano para comprender lo divino -intentos llevados a cabo tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur-, llegaremos a darnos cuenta de la existencia de dos tipos diferentes de espiritualidad a las que denomino espiritualidad Ascendente y espiritualidad Descendente.

El camino ascendente es un camino puramente trascendental y ultramundano. Se trata de un camino puritano, ascético y yóguico, un camino que suele despreciar -e incluso negar- el cuerpo, los sentidos, la sexualidad, la Tierra y la carne. Este camino busca la salvación en un reino que no es de este mundo, considera que el mundo manifiesto, el samsara, es algo malo o ilusorio, y su única aspiración consiste en escapar por completo de la rueda. De hecho, quienes sostienen este enfoque -los ascendentes- suelen considerar a quienes sostienen la visión opuesta -los descendentes- como si estuvieran engañados o incluso como si fueran malvados. El camino ascendente glorifica la unidad no la mulltiplicidad, la vacuidad no la forma, los cielos no la Tierra.

El camino descendeNte, por su parte, afirma exactamente lo contrario. Éste es un camino esencialmente intramundano, un camino que no glorifica la unidad sino la multiplicidad. El camino descendente enaltece la Tierra, el cuerpo, los sentidos e incluso la sexualidad, un camino que llega incluso a identificar al Espíritu con el mundo sensorial, con Gaia, con el mundo de lo manifiesto y que ve en la salida del sol y de la luna todo
el Espíritu que una persona puede llegar a desear. Se trata de un camino puramente inmanente que rechaza toda trascendencia. Para los descendentes, de hecho, toda forma de ascenso constituye la encarnación del mal.

Entre ambos existe una guerra declarada desde hace casi dos mil años, una guerra en ocasiones cruel y encarnizada. Desde la época que va de san Agustín a Copérnico, Occidente se movió siguiendo un ideal puramente ascendente, un ideal esencialmente ultramundano, un ideal según el cual la. salvación y la liberación final no pueden ser halladas en este mundo, en esta Tierra, en esta vida. Tal vez nuestra vida concreta puede estar bien pero, desde ese punto de vista, las cosas realmente importantes sólo ocurren después de la muerte, en el dominio de lo ultramundano. Con el advenimiento de la modernidad y de la postmodernidad, en cambio, asistimos a una profunda subversión de este
punto de vista, una transformación en la que los ascendentes desaparecen de escena y dejan su lugar a los descendentes. Usted, el mundo moderno y el mundo postmoderno se hallan casi completamente atrapados en una concepción y una visión del mundo meramente descendente... La idea de que el único mundo que existe es el mundo sensorial, empírico y material, un mundo en el que no existen dimensiones superiores ni dimensiones más profundas, ni tampoco, por cierto, estadios superiores de evolución de la conciencia.
Desde este punto de vista, lo único realmente existente es lo que podemos percibir con nuestros sentidos o asir con nuestras manos, un mundo completamente despojado de cualquier tipo de energía ascendente, un mundo ajeno a toda trascendencia. Y, de hecho, los descendentes consideran que cualquier tipo de ascenso o de trascendencia es, en el mejor de los casos, un error, y un mal en el peor de ellos.
Bienvenido, pues, al mundo chato, bienvenido al mundo exclusivamente descendente, el mundo chato y desvaído de las formas sensoriales ininterrumpidas, el mundo anodino de las superficies monotonas y carentes de valor. El dios, o la diosa, del capitalismo, del marxismo, del industrialismo, del consumismo... es el dios que puede verse con los ojos,
percibirse con los sentidos... un dios que se agota en las formas.

Pero no es en la confrontación mutua entre las dos corrientes donde hallaremos la armonia sino tan sólo en la integración entre ellas. Los ascendentes y los descendentes solo podrán salvarse, por asi decirlo, uniéndose. Y quienes no contriubuyan a esa integración no solo destruirán la única Tierra de la disponemos sino que también dificultaran el acceso al único Cielo que, de otro modo, podriamos alcanzar."

Ken Wilber, "Breve Historia de Todas las Cosas".
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"Despues de haberlo deconstruido todo, tal vez es tiempo de volver a integrarlo.
Tal vez es tiempo para un poco más de Coagula (Síntesis)."

Alan Moore, The Mindscape of Alan Moore.

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