jueves, 23 de marzo de 2017

Necromancia y Magia, por Peter Carroll

El arte maldito de intentar o pretender comunicarse con los espíritus de los muertos ha contaminado la gran obra de la magia desde sus inicios.

A finales del siglo XIX y durante el XX, en Occidente, la magia comenzó a separarse de la necromancia, en gran parte debido a los esfuerzos de Macgregor Mathers y los adeptos de la Golden Dawn. Parece que vieron al espiritismo con cierto y merecido descrédito y no les interesó incursionar en la necromancia, pese a que la teoría PPM (platónico-pagano-monoteísta) que subyace en su paradigma podría haberlos motivado.

Algunos de los magos cuyo trabajo contribuyó al corpus de la Golden Dawn incursionaron en la necromancia por un tiempo pero con resultados no concluyentes. Dee intentó reanimar un cadáver y comunicarse con él en un cementerio, y Eliphas Levi intentó invocar al mago (largamente) muerto Apolonio de Tiana.

La Necromancia ha persistido por lo menos desde la Edad de Piedra con la veneración de los muertos y a través de las prácticas chamánicas de ponerse en contacto con los espíritus ancestrales, por medio de invocaciones mágico-paganas con el objetivo de obtener, de ciertas personas muertas, información o favores. La invocación católica de santos con fines similares a las prácticas espiritistas que se desarrollaron en la década de 1840 en Estados Unidos llegó a ser frecuente en los márgenes de muchas culturas cristianas protestantes.

Los católicos, por supuesto prohíben la necromancia, excepto cuando se trata de los mitos y las reliquias corporales de los Santos de los oficios cristianos. Sabiamente quizá, decidieron que cualquier otra forma de necromancia invoca sólo "demonios" disfrazados de gente muerta. Sin embargo el catolicismo todavía tiene la costumbre de rezar por las almas de los muertos para facilitar su paso por el purgatorio que dicha fe les tiene reservado; de esta manera, incluso los muertos no santificados parece que no volverán.

La tradición medieval del Goecia y otros grimorios se desarrolló dentro del catolicismo y abogó por la invocación de los muertos y los demonios usando la misma base, más o menos adaptable. Pese a lo que se cree, el necromante invoca al mejor estilo neoplatónico a la suprema unicidad o divinidad, incluso cuando conjura demonios o muertos para que le suministren riqueza, favores, jóvenes mujeres, o para vengarse de sus enemigos. Macgregor Mathers hizo, por supuesto, una traducción moderna de ambas Claves de Salomón, pero al parecer más por interés académico que para el uso de la Golden Dawn. La Necromancia depende en gran parte de su efecto sobre la gnosis del miedo, la transgresión y la alta ansiedad que generan los trabajos prohibidos con demonios y cadáveres en la oscuridad de los cementerios.

A medida que la visión cristiana de la vida después de la muerte, aunque algo vaga e inespecífica, se convertía en un indeseable infierno de fuego y azufre, también crecía el negocio sucio y explotador del espiritismo, ofreciendo un intermediario que se comunicara y que, por una tarifa, tranquilizara a los vivos con la idea de que sus muertos estaban felices en el cielo. Ambas guerras mundiales generaron un gran repunte en el negocio.

La interacción esotérica con los muertos parece haber tenido (mirando hacia atrás) una trayectoria interesante en la historia humana. El cuerpo humano muerto parece evocar un cierto temor y repugnancia como respuesta a razones evolutivas, ya que es ese miedo a la muerte y a la enfermedad de los cadáveres lo que aumenta las perspectivas de supervivencia. El dolor o culpa por la pérdida o  la sensación de haber quedado con algunos asuntos pendientes son un plus que juegan su parte en nuestras actitudes hacia los muertos. Por etapas, la humanidad ha temido, aplacado, venerado, adorado o tratado de controlar a los muertos con infiernos, cielos y purgatorios e incluso, intentado llegar a ellos para obtener información o favores

En el paradigma mágico Neo-Pagano no pueden existir “espíritus” en el sentido neoplatónico antiguo. Los seres vivos y fenómenos naturales tienen ciertas frecuencias de onda con las que un mago podría llegar a interactuar, pero como fenómenos “etéricos” o manifestaciones “astrales” de la realidad, que dependerán de la existencia de las formas físicas; que no son anteriores en el sentido platónico o neoplatónico, y no sobreviven a su destrucción. Todos los dioses y diosas, los fantasmas y demonios existen como amigos (y enemigos) imaginarios dentro de la mente humana, y sin embargo, aun así pueden causar efectos psicológicos y parapsicológicos bastante sorprendentes.

Así, inadvertidamente, los católicos romanos se han referido correctamente a "demonios" cuando se evoca a los muertos. Los muertos ya no existen para responder, por lo que, en el mejor de los casos, sólo se logrará una reanimación subconsciente de los recuerdos y expectativas de los muertos, creando una forma de pensamiento o tulpa (como la llaman los magos tibetanos).

Si los necromantes realmente pudieran obtener información objetiva de los muertos, entonces existiría una enorme demanda de los mismos en todas partes del mundo para ayudar en la investigación de los asesinatos.

Amigos imaginarios, tulpas, dioses varios y servidores pueden ser de gran utilidad y valor para el mago, siempre y cuando este no caiga en la trampa de considerarlos como algo objetivamente real y acepte sin cuestionar sus consejos, porque entonces realmente pueden convertirse en demonios en el peor sentido de la palabra, amplificando los aspectos subconscientes del mago más allá de su mandato original y creando obsesiones.

Por lo tanto, ahora tenemos todas las razones para concluir que los muertos persisten sólo en nuestra memoria e imaginación. Parece que Eliphas Levi más o menos se dio cuenta de esto y trató de desarrollar una teoría de la magia que dependía de algún tipo de "Luz Astral" y los esfuerzos personales del mago, en lugar las legiones celestiales, los muertos, lo demoníaco y los arcángeles. Los adeptos de la Golden Dawn llegaron a conclusiones similares, e incluso Crowley desdeñaba jugar con la necromancia.

La creencia en la vida después de la muerte en muchas religiones antiguas y modernas no es diferente. Realmente, ningún intento de describir detalladamente una vida futura sin cuerpo tiene sentido; Intentar demostrar lo contrario sólo busca contradecir lo evidente, con fines reconfortantes (o atemorizantes). El atractivo de la necromancia para magos modernos, que deberían saberlo, se centra en todo su carisma gótico y de oscuro glamour - el escalofrío de miedo. Esto puede resultar rentable para asustar a los incautos, pero asustarte a ti mismo es cosa de adolescentes.

Trabajar con la necromancia y Goecia, invocando persistentemente la gnosis del miedo lo único que realmente produce, a nivel personal, es una posible alteración del sistema nervioso autónomo, que genera el pálido, delgado y nervioso personaje característico, propio de los altos niveles de cortisol por exceso de ansiedad. No lleva, en cambio, a la auto-comprensión ni hace mucho por la capacidad del mago para interactuar con la realidad.

Aquí, en la Isla del Mago [se refiere a Gran Bretaña. N. del T.] hemos liderado el mundo en la magia y esoterismo durante el último siglo o más. La Teosofía, La Golden Dawn, Thelema, el moderno Hermetismo, la Wicca, el neo-paganismo, neo-druidismo y la Magia del Caos, todo se originó aquí, además de todo lo que se ha hecho para cuestionar las estupideces convencionales de las religiones establecidas y los supuestos por omisión del materialismo, por lo que parece poco probable que también el Reino Unido se convierta en el hogar de un renacer del arte oscuro de la necromancia.

El renacimiento mágico que surgió del romanticismo en la década de 1880 y que sentó las bases para el otro renacimiento mágico, el de la contracultura de finales del siglo XX, atrajo a inteligentes pensadores alternativos, precisamente por su rechazo de la necromancia que siempre había aparecido en la magia hasta entonces, y habría hecho que el pensamiento moderno se viera como un engaño.

La necromancia, que aparece mucho en papiros mágicos griegos, habría calificado, en términos de Sir Terry Pratchett, como "Magia Draconiana” en la magia Helénica (algo como la “Ciencia Espacial” metafísica). Así como la Magia Planetaria se convirtió en la "Magia Draconiana” del Renacimiento, la Magia Estelar, el intento de interactuar con las fuentes extra-terrestres de la conciencia y de la inteligencia, tal vez puede convertirse en la “Magia Draconiana” del futuro.





Traducido por Astrid Griesser



Nota de la traductora: Si bien en todo momento Carroll utiliza el término necromancia, es necesario aclarar que al hacer extensivo el mismo a trabajos con la Goecia, estaríamos hablando ya, concretamente de prácticas nigrománticas, puesto que esta se ocupa del trato exclusivo con entidades demoníacas. Carroll, sin embargo, utiliza el término de manera abarcativa, puesto que para él y dentro de su propio paradigma, ambos fenómenos no son otra cosa que procesos mentales. Queda aclarado este punto cuando menciona que tanto los espíritus, como los demonios, los servidores mágicos o los tulpas, son procesos mentales factibles de expresión fenomenológica externa, en algunos casos.

Fuentes

http://www.specularium.org/ Traducido por Astrid Griesser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenido, por favor deja un comentario