viernes, 27 de enero de 2017

Ardhanarishwara - La unión de los opuestos

Lo andrógino ha acompañado a la humanidad desde el albor de los tiempos, percibida y presentada por mentes establecidas en altos niveles de conciencia, se ven ejemplos en religiones modernas como el yin y el yang, shiva y shakti, la cruz cristiana, la estrella de David... Y en cultos primitivos que nos son legados a través de diferentes representaciones pictóricas/plásticas. Como reflexionó recientemente el psicólogo C.G. Jung: "El Sí-mismo es una paradoja absoluta, representa tesis, antítesis y a la vez, síntesis." que inmediatamente resumió: "Sin la experiencia de los opuestos, no hay experiencia de la totalidad". En el hinduísmo, dos de las representaciones más conocidas de esta dualidad son Shiva y Shakti, la conciencia y la materia, que se unen en Ardhanarishwara para representar, de manera simbólica a la realidad última, y este conocimiento, es legado como es costumbre, en forma de metáfora.

No hay forma de lo eterno tan bella como Ardhanarishwara, no hay mejor ejemplo del amor divino, de una perfecta unión de pares opuestos, así como de la máxima expresion del amor entre dos seres, os dejo un fragmento del Kalika Purana, traducido por mí, que relata el nacimiento de este hermoso ser:



Gauri, según cuenta la historia, pasó muchos años realizando grandes austeridades para complacer a Shiva y obtener sus bendiciones. Al fin Shiva apareció y le pregunta qué quería. Lo que la madre Gauri deseaba era lo que cualquier mujer desea -el inquebrantable amor de su esposo, su total y completo amor, amor que ella no tenga que compartir con otra mujer-. "Si estás complacido conmigo", dijo la madre del universo, "otórgame la bendición de que no tendras otra mujer más que yo." Shiva, tal como siempre hace con sus devotos, estaba inmensamente complacido con la grandeza de sus devotos, su amada Gauri, e inmediatamente accedió a su petición. "Que así sea", dijo, "No tendré siquiera un pensamiento sobre otra mujer en mi corazón." Gauri se arrojó a os pies de Shiva, con lágrimas de felicidad cayendo por sus mejillas. Shiva la levantó y sujetó firmemento con él, regocijándose en su presencia.

Y entonces ocurrió cierto día, mientras Shiva se encontraba sentado en una roca del Kailasa y Gauri se sentaba justo delante de él, su corazón danzaba extasiado porque ella estaba con él. Nada satisfacía tanto a Gauri como estar con su Shiva. Ella sabía que eones podía ir y venir mientras permanecía sentada en su presencia, sus ojos se posaban en él, y no sabía si había pasado un sólo momento, no quería saber si había pasado un sólo momento. Pero en un instante, un escalofrío recorrió el cuerpo de Gauri -todo su cuerpo estaba tembloroso de miedo, con recelo, con una intensa y ahogada angustia. La madre del universo sintió como toda su fuerza la abandonada, como su cuerpo se volvía débil, una debilidad que ella nunca había sentido en el pasado.

Ahí, justo en el corazón de Shiva, había una mujer, otra mujer.

Gauri la miraba sin pestañear, su corazón dejaba de latir. ¿Quién era ella? ¿Quién era esa mujer en el corazón de Shiva? ¿Quién se deslizó en su corazón sin que ella lo notase? ¿A quién tenía Shiva en su corazón, traicionándola cruelmente, traicionando su amor?

La mujer era hermosa, los ojos de Gauri lo decían. Más hermosa que cualquier otra mujer que hubiese conocido. Y ella era sola y deseable. Y parecía estar perdida en un éxtasis que para ella no era difícil de entender. Ella había conocido ese placer. Durante eones. El gozo del amor de Shiva. Amor que hacía para el tiempo. Amor que hacía que eternidades desapareciesen en un parpadeo. Amor que te hacía sentir en las nubes. Amor que llenaba y desbordaba tanto tu corazón que las lágrimas afloraban.

Ese amor era ahora de esa mujer. La mujer cuyo nombre no conocía, pero que había poseído el corazón de Shiva. Expulsándola a ella de ahí. Quitándole su hogar. Haciéndola indeseada. Convirtiendo su vida en algo que no merece la pena ser vivido. Desgarrándola en pedazos. Mandando un millón de flechas a la vez hacia su corazón. Hundiéndola sin piedad en la más oscura profundidad del más profundo océano, manteniéndola ahí tan inexorablemente que se ahogaba, su cuerpo anhelaba aire desperadamente, un solo aliento. Y aún así, ella no movería ni un dedo por salvarse, porque ahora vivir no tenía sentido, la vida había perdido todo su significado, ahora ya no quería seguir viviendo.

Una eternidad había pasado. ¿Cuándo había sido que ella vio a la mujer en el corazón de Shiva? ¿Era hace un momento? ¿Hace siglos? ¿Cuándo había ella, Gauri, dejado de existir? La mujer empezó a mirarla desde el corazón de Shiva, su ceño se frunció. ¡Oh, cuánto la odiaba Gauri!

Y de repente supo qué hacer. Ella sabía lo que tenía que hacer. Una vez hizo penitencia y obtuvo una promesa de él. Un voto que ya no existía. Ella haría tapas otra vez. Volvería a ganar el corazón de Shiva. Y llevaría a esa mujer, esa usurpadora, lejos de su corazón de Shiva. No, ella no quería vivir con otra mujer en el corazón de Shiva. El amor de Shiva era de ella. Y tenía que poseerlo. Sólo ella. Ella era la única mujer que Shiva amó. Y ella tenía que ser la única mujer en la vida de Shiva. Ella y Shiva -ellos eran el uno para el otro. Eran uno. Y seguirían siendo uno.

Gauri se levantó y dejó a Shiva. Sabía dónde tenía que ir. Sabía lo que debía hacer.

Y el corazón de Shiva se retorció con agonía indescriptible. Gauri no sólo era su mujer, Gauri no era sino él mismo. Ellos eran uno, un único inseparable. Su corazón no latiría sin Gauri. Ni podría respirar sin Gauri. No podría sobrevivir un día, un sólo instante, sin su amor. La necesitaba, como el pez del océano necesita el agua, como los pájaros del cielo necesitan aire. Si él era el día, ella era su luz. Si él era la noche, ella era su frescor. Él no podía existir sin ella



Shiva encontró a Gauri en una remota cumbre. Ella estaba sentada en un mundo de oscuridad. Ríos de láginas fluían sobre sus mejillas. No había luz en sus ojos, sólo tristeza, una indecible, inefable tristreza. No había una sonrisa en ellas. Lucía como si nunca hubiese reído - nunca más reiría en su vida. ¿Era ella su Gauri, o el fantasma de su Gauri?

Shiva tomó a su amada entre sus brazos. Asiéndola firmemente hacia él, aprisionándola fuerte en su corazón. Y sintió que podía respirar. Sujetándola un poco separada de él, miró a su cara, en sus ojos. En la cara y los ojos de la mujer quien una vez fue su Gauri.

¿Qué había podido pasar? ¿Qué podría haber pasar a su Gauri para sumirla en ese abismo de desolación?

Shiva cubrió su cara con besos. Sus ojos, su frente, sus mejillas, sus labios, su cabeza. Y entonces llamó su nombre. ¡Gauri! ¡Gauri! Una y otra, y otra vez.

La madre del universo oyó el sonido proveniente de la lejanía. La voz de Shiva llamándola a eones de distancia. Llamándola desde la otra punta del universo. Más allá de las más lejanas estrellas. Había preocupación en su voz. Dolor. Una profunda agonía. Una indescriptible sensación de derrota. Desesperanzado. Urgencia desesperada.

Su Shiva estaba sufriendo, Gauri se sintió como un pajarillo herido. Un pájaro al que le han perforado el corazón por la cruel flecha de un despiadado cazador. Su alma se retorcía en agonía.

Ella abrió sus ojos, con horror. Sus ojos se llenaron de un dolor indescriptible. Se aferró a su Shiva. Agarrándose a su Shiva por su querida vida, por el aliento de la vida. Lo acercó a su corazón. A su adolorido corazón. Sus brazos dolían mientras lo presionaba contra ella. Sentía terror. Miedo a perderlo.

¿Cómo podía haber estado separada de él? Y entonces lo recordó. Esa mujer. Esa mujer en su corazón. La cruel y desalmada mujer que había reptado hasta el corazón de Shiva, haciéndolo su hogar. La hermosa mujer que la había llevado lejos de su hogar, haciéndola desamparada, dejando su vida sin sentido, destrozándola.

Apartando a Shiva violentamente, lo sujetó por los hombros. Miró a su corazón nuevamente.

No había mujer ahí.

Gauri atrajo a shiva hacia ella y desplomó contra él. Y entonces lloró. Lloró como nunca antes había llorado. Ni siquiera cuando vio a la otra mujer en el corazón de Shiva. Las lágrimas florecían sin fin de sus ojos. Ríos de lágrimas. Torrentes de lágrimas. Ríos fluyendo por las laderas de los Himalayas

Las lágrimas de la madre del universo.

Las lágrimas de tormento de toda mujer. El dolor de toda mujer.

Las lágrimas de Shiva se unieron a las lágrimas de la madre del universo. La abrazó fuertemente, permitiendo toda su pena fundirse y derramarse lejos. Y sintió luz creciendo en su propio corazón mientras ella lloraba. La pesadez estaba siendo escurrida fuera de él.

Temblores violentos sacudieron el cuerpo de Gauri. Una, y otra, y otra vez.

El mundo volvía a iluminarse nuevamente.

"¿Por qué, Gauri, por qué?" Preguntó Shiva, las palabras se negaban a salir de garganta, que aún estaba muda. "¿Qué pasó, querida mía?"

Y Gauri, rompiendo de nuevo en un torrente de lágrimas, le contó sobre la mujer que había visto en su corazón. La mujer que no estaba ahora pero que estaba ahí cuando ella le dejó. La hermosa mujer, más hermosa que cualquier otra mujer que haya visto. La mujer que le había seducido, atrapado, tomando su lugar en el corazón de Shiva.

Shiva se sentó confundido por un momento.

Y entonces rió a carcajadas.

"¡Oh esa mujer! dijo, aún riendo.

"Volvamos al lugar donde estábamos cuando la viste", dijo él, mientras gentilmente la guiaba a la roca donde se sentaban antes.

¿Cuándo fue? ¿Hace un poco? ¿Hace una eternidad?

La luz bañó la cara de Parvati cuando se sentó exactamente como estaban sentados entonces. La luz del sol poniente hizo su cara brillar, multiplicando innumerables veces su infinita belleza.

Shiva sintió su corazón derretirse de amor por esa hermosa mujer que le amó con todo su corazón y todo su cuerpo, con toda su alma. Con un amor que era tan poderoso como todas las fuerzas del universo unidas. Tal vez, más.

Su Gauri. Su amor. Su vida.

"Mira de nuevo en mi corazón," dijo Shiva.

Y Guari miró.

Y sintió todo el dolor que la había consumido en su corazón, las aguas de los océanos que la había ahogado, arrollándola de nuevo, asfixiándola, haciéndole imposible el respirar

Un grito escapó de su interior. Un grito desgarrador. Un gemido de tormento interminable.

Gauri cerró sus ojos. No, ella no quería verla.

"Abre tus ojos Gauri", le dijo Shiva. "Abre tus ojos y mira."

Shiva la sujetó por los hombros y la forzó a mirarle, a su corazón.

Y lentamente, muy, muy lentamente, Gauri abrió sus ojos llenos de terror.

Y entonces, su cara se sonrojó. Ella se ruborizó con vergüenza.

Una sonrisa apareció en su casa. Primero una tímida sonrisa. Tímida y vergonzosa. Una sonrisa que pronto floreció en la sonrisa más hermosa que Shiva había visto en la cara de su amada.

Y la mujer en el corazón de Shiva le sonrió de vuelta. Primero una tímida sonrisa. Tímida y vergonzosa. Una sonrisa que pronto floreció en la más hermosa sonrisa posible.

Y Gauri supo cuán hermosa era. Cuán hermosa era su sonrisa.

Mucho más bella de lo que ella siempre había creído ser.

La Gauri que vio en el corazón de Shiva era un millón de veces más hermosa que la que ella había visto en sí misma en cualquier espejo.

Y Shiva miró a su amada y dijo, "No sufrirás ese dolor de nuevo. Desde hoy, tú y yo no seremos dos cuerpos y un corazón, sino un sólo cuerpo, un único corazón que late con nuestro amor, una sola alma radiante con ese amor.

Y Shiva rodeó a Gauri en sus brazos y la abrazó tan fuerte que los dos se unieron y se convirtieron en uno.

Un cuerpo, un corazón, un alma.

Un único ser.

Mitad masculino, mitad femenino.



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